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El 24 de marzo de 1980 murió asesinado Monseñor Óscar Arnulfo Romero,arzobispo de San Salvador, mientras celebraba la eucaristía en la capilla del hospitalito donde vivía. Treinta y cinco años después otro obispo latinoamericano, el papa Francisco, ha declarado que el martirio de Monseñor Romero fue por odio a la fe y con ello ha abierto elcamino para su beatificación inmediata. La Iglesia ha reconocido oficialmente lo que el pueblo creyente ya expresó desde el momento mismo de su muerte. Monseñor (como se lenombra simplemente) fue un testigo privilegiado de Jesús y desde el cielo intercede por nosotros.Los años en que Óscar Romero guió a una porción de laIglesia salvadoreña fueron extremadamente difíciles. Esta época, como en muchos otros países del continente, estuvo marcada por la represión militar contra cualquier intento de exigir individual o colectivamente el derecho de vivir libresde esclavitudes económicas y políticas.Durante los primeros sesenta años de su vida (1917-1977) Romero fue un seminarista, sacerdote y obispo sencillo y trabajador, entregado a sus oficios pastorales, cercano a pobres y ricos. Un hecho violento, el asesinato de su amigo jesuita Rutilo Grande, marcó un cambio de actitud de Monseñor ante la grave situación de su rebaño. Desde entonces su prédica y su acción pastoral estuvo dirigida a dar voz a los que no la tenían para exigir, en nombre de Dios, que se respetara la vida y los derechos humanos. Los poderosos, que hasta ese momento lo invitaban a sus recepciones y ocupaban los primeros puestos de la catedral, no perdonaron esta conversión del obispo que a partir de entonces narraba cada domingo los atropellos que se cometían contra los más débiles. Aunque la propaganda oficial lo presentó como un agitador político de signo izquierdista, Romero se opuso siempre al uso de la violencia que luego desencadenó en una guerra civil. El secreto de su parresía evangélica no estuvo en una ideología determinada, sino en contemplar el rostro de Cristo crucificado en los pobres de su pueblo y denunciar, como Juan el Bautista, el pecado de los poderosos.El francotirador que disparó al corazón de Monseñor Romero no pudo lograr que la voz de suúltima homilía se extinguiera en la memoria de la Iglesia Latinoamericana: "En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; cese la represión" (23-3-1980).A San Romero de América, pastor y mártir, encomendamos hoy también los caminos nuevos de esperanza, libertad y reconciliación que animamos como Iglesia.
Ora con la Palabra
Domingo 29 de enero: IV del Tiempo Ordinario
Mt 5,1-12ª
“Dichosos los pobres en el espíritu”
Lunes: Heb 11,32-40/ Sal 31(30)/ Mc 5,1-20
“Espíritu inmundo, sal de este hombre”
Martes: Heb 12,1-4/ Sal 20(21)/ Mc 5,21-43
“Contigo hablo, niña, levántate”
Miércoles: Heb 12,4-7.11-15/ Sal 103(102)/ Mc 6,1-6
“No desprecian a un profeta más que en su tierra”
Jueves: Presentación del Señor Mal 3,1-4 / Sal 24(23)/ Heb 2,14-18/ Lc 2,22-40
“Mis ojos han visto a tu Salvador”
Viernes: Heb 13,1-8/ Sal 27(26)/ Mc 6,14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
Sábado: Heb 13,15-17.20-21/ Sal 23(22)/ Mc 6,30-34
“Andaban como ovejas sin pastor”
Intención para Febrero 2023
El Papa nos pide orar por las parroquias, para que, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.
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