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La imagen que ilustra este artículo pudiera ser la de un laico, un sacerdote y una religiosa diciendo adiós para siempre o por mucho tiempo a Cuba antes de subir al avión. En nuestras iglesias, cada domingo es usual enterarnos de que alguien salió a “ver los volcanes” o simplemente a “recorrer” el mundo. La migración es como un poema que, a pesar de que nos alegramos siempre de su lectura, en la última estrofa suele arrancarnos una pequeña lágrima de los ojos.
No es fácil para ninguna comunidad desprenderse de agentes pastorales con excelente formación de un momento a otro, pero la realidad -sabemos, si somos sinceros-, parece empujarnos fuera de aquí. El tema de la renovación pastoral salió en cada una de las asambleas parroquiales que ayudaron a discernir el documento reflexivo que Cuba presentará en el sínodo sobre la sinodalidad.
¿Qué hacer? ¿De dónde sacamos un reemplazo para esos que nos parecían imprescindibles? Quizás la respuesta está en no ir tanto por la búsqueda desesperada de un reemplazo urgente como en poder abrir también nuevas oportunidades a esos rostros que, a veces de forma silenciosa llevan años esperando su oportunidad. Incluso, los que hoy sienten que cuentan con alguna especie de reconocimiento por su labor al interior de la Iglesia, deben pensar en esa máxima evangélica que habla de la importancia de disminuir para que otros crezcan.
Jesús, desde que asumió un protagonismo público, estuvo preparando a sus apóstoles para cuando Él no estuviera. Sus discípulos le pedían encarecidamente que siguiera con ellos de la misma manera, pero Él tenía claro que su misión debía ser completada por aquellos amigos a quienes confió los secretos del Reino de los Cielos.
Si elegimos impulsar la sinodalidad como la forma de reunirnos, escucharnos, discutir, orar y decidir en torno a nuestra Iglesia cubana, sabemos que uno de sus principios es que no predomina la estructura piramidal; por lo tanto, cada católico es corresponsable junto a Dios de su comunidad. El reto es grande, pero Mons. Adolfo, un obispo muy sabio que estuvo al frente de la Conferencia Episcopal durante el periodo del ENEC (febrero de 1986), solía decir que durante los años difíciles del conflicto Iglesia-Estado en Cuba, cuando migró una cifra considerable de agentes pastorales, el clero confió a los laicos el futuro de las comunidades y estos no lo hicieron quedar mal. Al contrario, lograron mantener viva la llama de la fe en zonas donde incluso no llegó ningún consagrado durante años.
Aunque muchos salgan del país, la Iglesia cubana siempre será un llamado de regreso a la patria anhelada, a esa tierra sagrada del encuentro, de la comunión, de un amor que parece también un intento lejano o imposible, pero que hace parte y sostiene nuestra mirada creyente, estemos donde estemos. Es importante cerrar los ojos y seguir avanzando con fe, pues sabemos que “antes de que mañana salga el sol, habrá salido la gracia de Dios sobre esta tierra que tanto amamos”.
Ora con la Palabra
Domingo 29 de enero: IV del Tiempo Ordinario
Mt 5,1-12ª
“Dichosos los pobres en el espíritu”
Lunes: Heb 11,32-40/ Sal 31(30)/ Mc 5,1-20
“Espíritu inmundo, sal de este hombre”
Martes: Heb 12,1-4/ Sal 20(21)/ Mc 5,21-43
“Contigo hablo, niña, levántate”
Miércoles: Heb 12,4-7.11-15/ Sal 103(102)/ Mc 6,1-6
“No desprecian a un profeta más que en su tierra”
Jueves: Presentación del Señor Mal 3,1-4 / Sal 24(23)/ Heb 2,14-18/ Lc 2,22-40
“Mis ojos han visto a tu Salvador”
Viernes: Heb 13,1-8/ Sal 27(26)/ Mc 6,14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
Sábado: Heb 13,15-17.20-21/ Sal 23(22)/ Mc 6,30-34
“Andaban como ovejas sin pastor”
Intención para Febrero 2023
El Papa nos pide orar por las parroquias, para que, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.
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