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Hace unos días, en una de las sesiones de acompañamiento a un matrimonio joven de mi comunidad,la muchacha, en un intento por ilustrarme el tipo de relación a la cual aspiraba, me dice: “Es que yo quisiera que nosotros no tuviéramos problemas y pudiéramos llevarnos tan bien como usted y su esposo; ¡mire cuánto tiempo hace que están juntos y qué bonita familia tienen!” Recuerdo que me sonreí y le dije que ciertamente llevábamos mucho tiempo juntos, que teníamos una linda familia, pero que se equivocaba en el hecho de que no tuviéramos problemas. Nunca olvidaré cómo del asombro de su rostro emergió el silencio.Es muy poco probable, e incluso casi imposible, que una pareja no tenga problemas; por el simple hecho de que cada uno de sus miembros tiene su propia personalidad, su historia personal y su manera de afrontar las diversas situaciones. No obstante, creo que lo más importante para llegar al tan anhelado “llevarse bien”, no está tanto en el “cuántos” problemas tengamos, sino en el “cómo” los afrontamos, más aún cuando, como en el caso de mis jóvenes amigos, ya existen hijos, frutos de esa unión.Diversas son las opiniones sobre el rol que deben asumir los hijos ante las discrepancias y diferencias generadas entre los padres, si deben estos ser partícipes de las mismas, y hasta qué punto les está permitido inmiscuirse. Este aspecto ha sido abordado de varias maneras a través de distintas generaciones, desde el no poder los hijos pasar cerca de los padres cuando discutían porque se llevaban un sopapo, en tiempos de mis abuelos, hasta los modelos más actuales que abogan por una dinámica familiar inclusiva y participativa, en la cual todos los miembros juegan un rol determinante, y por tanto, tienen derecho a opinar. Sin aliarnos a ninguno de los extremos, creo que los padres debemos tener la capacidad de diferenciar cuando estamos ante un asunto que involucra propiamente a la relación y no tiene por qué ser ventilado delante de los niños, o si, por el contrario, se trata de alguna cuestión relacionada con ellos. Caso, este último, en el cual contar con su opinión y manera de sentir, contribuirá, en gran medida, a incrementar su sentido de seguridad y bienestar.Al determinar cómo manejar las discrepancias debemos tener en cuenta que los padres desempeñamos un rol formativo primordial en nuestros hijos. Ellos son altamente sensibles al clima familiar que predomine en nuestro hogar, sensibilidad que repercutirá en su bienestar personal, en mayor o menor medida, en dependencia de la edad y las capacidades que tengan. En este sentido, es válido saber que un manejo incorrecto puede traer consecuencias negativas como desajuste emocional, inseguridad, autoestima inadecuada, entre otros componentes socioafectivos. Mi invitación de hoy es, entonces: seamos cuidadosos en el modo en que manejamos nuestras discrepancias ante nuestros hijos, porque… lo que vean y aprendan hoy, será el molde donde forjen su mañana.
Ora con la Palabra
Domingo 29 de enero: IV del Tiempo Ordinario
Mt 5,1-12ª
“Dichosos los pobres en el espíritu”
Lunes: Heb 11,32-40/ Sal 31(30)/ Mc 5,1-20
“Espíritu inmundo, sal de este hombre”
Martes: Heb 12,1-4/ Sal 20(21)/ Mc 5,21-43
“Contigo hablo, niña, levántate”
Miércoles: Heb 12,4-7.11-15/ Sal 103(102)/ Mc 6,1-6
“No desprecian a un profeta más que en su tierra”
Jueves: Presentación del Señor Mal 3,1-4 / Sal 24(23)/ Heb 2,14-18/ Lc 2,22-40
“Mis ojos han visto a tu Salvador”
Viernes: Heb 13,1-8/ Sal 27(26)/ Mc 6,14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
Sábado: Heb 13,15-17.20-21/ Sal 23(22)/ Mc 6,30-34
“Andaban como ovejas sin pastor”
Intención para Febrero 2023
El Papa nos pide orar por las parroquias, para que, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.
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