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La Jornada Mundial de los Pobres, que este año celebramos con el título “Tiende tu mano al pobre”, nos hace reaccionar ante la cultura del descarte, pidiéndonos hacernos cargo de los pobres. Necesitamos de ellos para llegar a Jesús; servirles es un hecho irrenunciable en la vida cristiana. El Papa ha hecho una petición a la Iglesia cubana: “amar la pobreza y ser misericordiosos”, ese es el camino.Mi experiencia en la Comunidad de San Egidio me hace reflexionar que la Iglesia cubana –clero, religiosos y laicado- debe preocuparse por sintonizar con las directrices del pontifcado de Francisco, vivir una conversión pastoral: una Iglesia “en salida”. Mantenerse alejada de todo clericalismo para ser totalmente ministerial y madre, fecunda, alegre y samaritana, despojada de prestigios y poderes, para ser pobre y para los pobres. Sin temor a hacer vida fuera de la sacristía y a dejarse accidentar, profética y no milagrera, descentralizada y abierta a las iglesias locales, a la sinodalidad y a la comunión. Una Iglesia encarnada en la realidad, donde la presencia femenina sea creciente e incisiva y su mirada esté siempre puesta en los pobres.La Iglesia cubana ha tocado siempre la realidad cuando ha salido del clericalismo y se ha desprendido de las heridas del pasado, bajando y entrando en la vida cotidiana del cubano, que hace colas, que anda a pie y tiene problemas.El secularismo dejó atrás la por algunos tenida como “época dorada” de la Iglesia. Son otros tiempos y el pueblo de Dios, con humildad y docilidad, debe ser creativo para llegar a todos, dejar de responsabilizar o culpar a otros por las difcultades que encuentra. Dice el Papa en su mensaje: “[La experiencia de compartir…] no le está permitido delegarla a otros”.Un laicado comprometido, consciente de su misión y con una identidad defnida quizás falta en muchas comunidades, como la centralidad de la Palabra de Dios y la oración. Solo una comunidad orante y reunida en torno a la Palabra de Dios vive renovada y despierta ante las manifestaciones de pereza eclesial, el envejecimiento, la apatía, el cansancio, la falta de entusiasmo, la resignación y la indiferencia. La escucha de la Palabra de Dios y la oración llevan a los pobres. Dice el Papa en su mensaje: “La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables.”El coronavirus mostró la globalización de la indiferencia, pero después “¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!”, dice el Papa. La Iglesia debe ser creativa para vivir su responsabilidad siempre. Si todos se aíslan en casa, ¿a dónde van los pobres? ¿Cómo responder a la pregunta de Dios a Caín: dónde está tu hermano? Es indiscutible que debemos cumplir las leyes de protección, pero no las del egoísmo. La Iglesia siempre “tiende su mano al pobre” confrmando la veracidad de la Palabra de Dios: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre (Mt7, 7-12)”
Ora con la Palabra
Domingo 29 de enero: IV del Tiempo Ordinario
Mt 5,1-12ª
“Dichosos los pobres en el espíritu”
Lunes: Heb 11,32-40/ Sal 31(30)/ Mc 5,1-20
“Espíritu inmundo, sal de este hombre”
Martes: Heb 12,1-4/ Sal 20(21)/ Mc 5,21-43
“Contigo hablo, niña, levántate”
Miércoles: Heb 12,4-7.11-15/ Sal 103(102)/ Mc 6,1-6
“No desprecian a un profeta más que en su tierra”
Jueves: Presentación del Señor Mal 3,1-4 / Sal 24(23)/ Heb 2,14-18/ Lc 2,22-40
“Mis ojos han visto a tu Salvador”
Viernes: Heb 13,1-8/ Sal 27(26)/ Mc 6,14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
Sábado: Heb 13,15-17.20-21/ Sal 23(22)/ Mc 6,30-34
“Andaban como ovejas sin pastor”
Intención para Febrero 2023
El Papa nos pide orar por las parroquias, para que, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.
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