Juan-1-29-34

Isaías presenta al servidor que, llevado por el Espíritu profético, ilumina el presente del pueblo de Israel en Babilonia, y lo acompañará después de la noche larga del exilio. Pero no se limita a ese tiempo y a ese lugar. Hay muchos tipos de oscuridad, de noches, en las que personas y pueblos han llegado al bolde de sus esfuerzos y de su orientación. El profeta no limita su ministerio al pueblo judío, sino que lo acontecido a ese pueblo iluminará a muchos pueblos a lo largo de los siglos. El Espíritu del Señor está en toda persona y en todo pueblo, aunque a veces esté tan escondido por el dolor, la miseria y la desorientación que se vuelve invisible a la mirada superficial.

Pablo fue un gran apóstol que recibió de Dios la misión de revelar la misma verdadera vocación cristiana a muchas naciones del Mediterráneo. Pueblos diferentes por su cultura y su historia, estaban todos unidos desde una vocación común a la vida en plenitud que ya se estrena en la vida digna en esta tierra. En medio de rechazos, golpes, cárceles y destierros fue formando pequeñas comunidades, insignificantes como un grano de mostaza que se pierde en la tierra del surco. Desde esas pequeñas comunidades, unidas entre sí por los lazos invisibles del mismo Espíritu, sin armas ni puestos de poder, se fue formando la gran comunidad de los creyentes.

Necesitamos conectarnos con el origen de esta fuerza asombrosa capaz de transformar las personas y los pueblos. Juan recibió la vocación de mirar con atención la vida, porque en medio de la gente surgiría un hombre lleno del Espíritu. Cuando vio a Jesús, dio testimonio de que era el esperado, enviado por Dios no solo para quitar los pecados del mundo, los de las personas y sociedades, sino también para inspirar la construcción de un futuro que respete la originalidad de cada uno y de todo pueblo. El Espíritu es el único que puede garantizar desde dentro, no imponiendo desde fuera, la inspiración para unir todas las diferencias en un respeto mutuo máximo.

En el rito sencillo del bautismo todos recibimos este Espíritu que ilumina la misma vida en todos los creyentes. Hay diferentes modos de concebir esa vida nueva. Las diferencias bien dialogadas y respetuosas son parte del mismo rostro del futuro.

 

Ora con la Palabra

 

Domingo 29 de enero: IV del Tiempo Ordinario

 

Mt 5,1-12ª

“Dichosos los pobres en el espíritu”

Lunes:  Heb 11,32-40/ Sal 31(30)/ Mc 5,1-20

“Espíritu inmundo, sal de este hombre”

Martes:  Heb 12,1-4/ Sal 20(21)/ Mc 5,21-43

“Contigo hablo, niña, levántate”

Miércoles: Heb 12,4-7.11-15/ Sal 103(102)/ Mc 6,1-6

“No desprecian a un profeta más que en su tierra”

Jueves: Presentación del Señor 
Mal 3,1-4 / Sal 24(23)/ Heb 2,14-18/ Lc 2,22-40

“Mis ojos han visto a tu Salvador”

Viernes:   Heb 13,1-8/ Sal 27(26)/ Mc 6,14-29

“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”

Sábado:   Heb 13,15-17.20-21/ Sal 23(22)/ Mc 6,30-34

“Andaban como ovejas sin pastor”


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               Intención para Febrero 2023

El Papa nos pide orar por las parroquias, para que, poniendo la comunión en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados.

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