Celebramos la fiesta de la Navidad, nacimiento del Niño Dios, del Enmanuel: Dios-con-nosotros. Juan inicia su Evangelio presentándonos el sentido pleno de la vida del Dios Encarnado, de Jesús, para nosotros. Estos versos recogen lo central de lo que hoy celebramos. Nos dan la luz para entender lo que sigue. Es toda la vida de Jesús la que nos libera y nos salva. Viviendo en nuestra humanidad el amor y la verdad, Jesús nos revela que también nosotros podemos amar como Él. Eso quiere decir su nombre: “Dios salva”.

Jesús viene a comunicarnos la plenitud del amor de Dios. Nos revela el sentido pleno de nuestra vida. Esta es la Buena Noticia: la Palabra hecha carne nos comunica la luz, la vida, el amor, la verdad, la dignidad de ser hijos e hijas de Dios: “De su plenitud hemos recibido Gracia sobre gracia”. Pablo dirá: “no hemos recibido un espíritu de esclavitud, sino un espíritu de libertad por el cual podemos decir Abba (papá)”. Juan afirma: “porque la Ley se nos dio por medio de Moisés, la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesús, el Cristo”.

Gracia, en Juan, corresponde al término hebraico hésed, que tiene un sentido muy amplio: bondad, gratuidad, solidaridad, amistad, amor. Es la verdad, no solo en palabras, sino en todo lo que uno es y vive (emet): autenticidad, veracidad, confiabilidad, fidelidad. Por eso, Jesús no es solo una palabra o unas palabras más. Jesús es “La Palabra”. Hace lo que dice. Comunica plenamente a Dios en nuestra humanidad, en nuestra carne, desde la verdad que es toda su vida: “A Dios nadie lo ha visto nunca; su hijo único, que está en la intimidad con el Padre, nos lo ha revelado”. La Palabra nos permite y nos hace también a nosotros ser palabra, ser verdad, ser vida, en medio de tanta mentira y tanto engaño.

Dios nos libera, nos salva, compartiéndose plenamente con nosotros, haciendo comunión, asumiendo nuestra humanidad, habitando ―poniendo su tienda― entre nosotros, viviendo nuestra vida en verdad. Esta es la Buena Noticia: la Luz, la Vida, el Amor, la Verdad, el Hijo se ha hecho uno de nosotros, para que nosotros podamos ser como Él. Este es el regalo, la gracia solidaria, la locura de un amor, de una libertad que se nos comparte y que nadie nos puede jamás quitar.